Cortés extremadamente enojado y muy dispuesto a resarcirse
una venganza sobre Nuño de Guzmán decidió marchar a pie hacia Nueva Galicia y enfrentarle personalmente, para ello preparó
a un gran número de tropas con pertrechos lo que alarmó a los españoles y llegó a oídos del Virrey de la Nueva España
Antonio de Mendoza, el que pensando en que podría desencadenarse un enfrentamiento de grandes proporciones debido en parte
a que había instado a Nuño de Guzmán a que le regresara sus barcos a Cortés,
este se negó diciendo que los apresó en territorio enemigo y que le pertenecían. De Mendoza por ello le apercibió a que no
intentase nuevas exploraciones fuera del territorio de la Nueva Galicia, a lo que también se negó.
El Virrey de la Nueva España advierte
también a Hernán Cortés el 4 de septiembre de 1534, a que no enfrentase a quien le había requisado sus barcos, a lo que se
negó alegando que se había gastado en la organización de las exploraciones más 100 mil castellanos de oro, además de haber
sido designado por su majestad el Rey de España Felipe II para conquistar y descubrir nuevos territorios, por lo que entendía
lo que le ordenaba el Virrey de la Nueva España, pero que se veía impedido a obedecerle en vista de las circunstancias.
Emprendió así el viaje a pie atravesando los pueblos por el sur de Michoacán hasta
salir a Colima y de ahí avanzó hasta el Puerto de Chametla en Sinaloa conocida como el Reino de Cíbola,
en donde le alcanzaron por mar sus barcos, el "Santa Águeda" y abordando Cortés el "San Lázaro", Barcos en los que cargó a
113 peones, 40 jinetes con todo de a caballo y dejando además en tierra listos a embarcarse a 60 jinetes más, según lo reportó
a la Real Audiencia Nuño de Guzmán asustado.
Hernán Cortés avanzó hacia el noroeste presa del coraje pensando en una venganza personal y llegó
por fin un 3 de mayo de 1535 a la misma apacible bahía en la que habían estado quienes le habían robado tiempo antes su barco,
el "Concepción". Tomó posesión del lugar según consta en un acta levantada y lo llamó Puerto de Santa Cruz
(la Paz), en lugar en el que confirmó la noticia de la muerte de Fortún Jiménez, quien había perecido en un zafarrancho
protagonizado en contra de los indios pobladores de esta isla.
En el acta levantada hay evidencia de un mapa de reconocimiento en el que se hace constar que se
trataba de una isla con costa rocosa, la cual caía en su descripción muy a propósito dentro de lo que se decía en el libro
de "LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN", obra muy leída por los colonizadores españoles y que en una de sus páginas decía:
"A la diestra mano de las Indias hubo una isla llamada California, muy allegada a la
parte del paraíso terrenal... La ínsula en sí la más fuerte de riscos y bravas peñas que en el mundo se hallaba"...
Cortés creía que Fortún Jiménez al no haber regresado se había aliado en el robo de sus barcos
con su archienemigo Nuño de Guzmán, en rebeldía contra la Real Audiencia se decidió a fundar una colonia en y mandó recoger
a su personal restante al Puerto de Chametla (Sinaloa), estos se encontraban desesperados y ya comenzaban
a desalentarse al creer que Cortés había fallado en sus intentos sufriendo un percance mayor, mientras tanto el conquistador
en el "San Lázaro" empezó a recorrer las costas de la California
hacia el norte en su mar interior en busca de un lugar más propicio para fundar otra colonia, sin esperarse el regreso de
el "Santa Águeda". Debido a la escasez de comida, de agua y a lo extremo del
clima, el conquistador y colonizador español se decidió a regresar a la Nueva España, dejando a Francisco de Ulloa al frente
de la colonia recién fundada, mientras zarpó de regreso al Puerto de Acapulco a informar al Virrey y solicitarle más apoyo
para la colonia de Santa Cruz, la cual se dio por fallida dos años más tarde en 1537.
A su regreso Cortés se encontró en alta mar con Hernando de Grijalva, quien venía en su auxilio
al creer el Virrey de la Nueva España, que la larga ausencia del conquistador se debía a que había perecido o había
sufrido algún accidente que le impedía la navegación.
A su regreso Cortés dio informe de lo descubierto al Virrey Antonio de Mendoza, quien le solicitó
fuera en ayuda de la expedición al Perú en apoyo de Francisco de Pizarro, para ello mandó a recoger a los soldados y los bastimentos
militares que se habían quedado en la colonia recién fundada.
